cultura ambiental

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jueves, 21 de abril de 2011

Madre Tierra, hermano Ambiente… a propósito del “Día de la Tierra"

Lo que en sus inicios quizás fue una manifestación más del llamado movimiento “hippie” a comienzos de la década de los 70, protestando en contra de derrames de petróleo, contaminantes de fábricas, plantas nucleares, aguas negras, desperdicios tóxicos, pesticidas, autopistas, y la pérdida y extinción de la vida silvestre, de repente se dieron cuenta que tenían valores en común con el resto de la sociedad.


El fervor juvenil heredado de los convulsivos años ´60 desató una vorágine convocatoria donde participaron dos mil universidades, miles de escuelas primarias, secundarias y centenares de comunidades. La presión social tuvo sus logros y el gobierno de los Estados Unidos creó la Environmental Protection Agency (Agencia de Protección Ambiental) conocida como EPA y una serie de leyes destinadas a la protección del medio ambiente.

En el contexto de aquella búsqueda de espiritualidad, plagada de los temores de la “Guerra Fría”, de la decadencia de “Vietnam”, donde resonaba la letra de las esperanzas de Lennon evocadas en “Imagine” por la paz mundial. Paralelamente con esta lenta conscientización ambiental, hubo una oposición cada vez mayor a la participación de los Estados Unidos en la Guerra.

Las manifestaciones públicas contra lo bélico, particularmente las realizadas en las universidades, impulsaron la idea que las acciones individuales harían la diferencia, y que los desafíos organizados al “status quo” podían cambiar de hecho la política y la conducta pública.

Sorpresivamente emerge insurgente la figura de un “soñador” como “voz líder” de un movimiento que trasciende hasta nuestros días. Gaylord Nelson, entonces Senador Demócrata por Wisconsin y por mucho tiempo conservacionista, fue una de las personas que entendió que los métodos desarrollados para la protesta contra la guerra bien podían ser eficaces en otras esferas.

"En aquel momento", escribió Nelson, "había gran descontento en las universidades a causa de la guerra en Vietnam. Se realizaron protestas denominadas clases anti-guerra a lo largo de los centros educativos de toda la nación. En un vuelo desde Santa Bárbara a la Universidad de California en Berkeley, leí un artículo sobre tales clases, y de pronto se me ocurrió: ¿Porqué no dar una clase nacional sobre el medio ambiente? he aquí el origen del Día de la Tierra"

Aferrado a esta idea, Nelson regresó a Washington en agosto de 1969 y empezó a promover el Día de la Tierra entre gobernadores, alcaldes de las principales ciudades, editores de periódicos universitarios y, lo que es más importante, en la Revista Académica, que circula en las escuelas primarias y secundarias de todo el país.

En septiembre, Nelson anunció formalmente que habría una clase nacional sobre el medio ambiente en la primavera de 1970. Posteriormente narró lo que sucedió a continuación:

"Los servicios por cable difundieron el artículo por todo el país. La respuesta fue increíble. Actuó como los funcionarios que reprimen el crimen organizado. Telegramas, cartas y llamadas telefónicas llovieron de todo el país. Con la ayuda del personal del Senado, llevé a cabo actividades relativas al Día de la Tierra fuera de mi oficina”.

Para diciembre de ese año, el movimiento se había expandido tan rápidamente que se hizo necesario abrir una oficina en Washington para servir de centro nacional de distribución de información y atender las preguntas y actividades concernientes al Día de la Tierra.

El Día de la Tierra alcanzó lo que qué más ansiaba. El objetivo consistió en demostrar una inquietud tan grande por el ambiente a nivel nacional, que sacudiera la arena política. Fue una jugada riesgosa, pero funcionó. Unos veinte millones de personas participaron en manifestaciones pacíficas en todo el país. Diez mil escolares y liceístas, dos mil colegios universitarios y un mil comunidades tomaron parte.

Realmente fue una asombrosa explosión popular. La gente se preocupaba y el Día de la Tierra se convirtió en la primera oportunidad que jamás habían tenido para unirse en una manifestación nacional que enviara un gran mensaje a los políticos: el mensaje de que despertaran e hicieran algo.

Funcionó por la respuesta espontánea y entusiasta a nivel popular. Nada igual había ocurrido antes de esta manifestación en medio de la “hermandad” que caracterizaba a este movimiento, el “hermano ambiente” se transforma en base fundamental de esta “ideología”.

En 1972 se celebró la primera Conferencia Internacional sobre el medio Ambiente: Conferencia de Estocolmo, cuyo objetivo fue sensibilizar a los líderes mundiales sobre la magnitud de los problemas ambientales y que se instituyeran las políticas necesarias para erradicarlos. Las Naciones Unidas celebran el día de la Tierra cada año en el equinoccio vernal (alrededor del 21 de marzo).

El 26 de febrero de 1971, el Secretario General de la ONU firmó una proclamación a ese efecto. Al momento del equinoccio suena la Campana de la Paz en la sede central en Nueva York “El Día de la Tierra” es una fiesta que pertenece a la gente y no está regulada por una sola entidad u organismo; tampoco está relacionado con reivindicaciones políticas, nacionales, religiosas, ideológicas ni raciales.

Entonces, sirva el Día de la Tierra para la reflexión sobre de la toma de conciencia de los recursos naturales y su manejo, en la educación ambiental, y a la participación como ciudadanos ambientalmente conscientes . Este día sea verdaderamente para “darle una mano” a nuestro “hermano ambiente” para que nuestra “madre Tierra” sienta nuestra solidaridad

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